La Rebelión de los Peregrinos: Una Prueba de la Inestabilidad Religiosa y el Descontento Popular en Inglaterra Tudor

La Rebelión de los Peregrinos: Una Prueba de la Inestabilidad Religiosa y el Descontento Popular en Inglaterra Tudor

El siglo XVI en Inglaterra fue una época de profundos cambios religiosos, políticos y sociales. El surgimiento del protestantismo desafió la autoridad de la Iglesia Católica Romana, dando lugar a tensiones y conflictos que marcaron la era Tudor. Entre estos eventos convulsos se encuentra la Rebelión de los Peregrinos, un levantamiento popular que tuvo lugar en 1536, destacando la inestabilidad religiosa y el descontento popular que impregnaban la sociedad inglesa.

Las Raíces del Descontento: Una Reforma Impopular

El reinado de Enrique VIII marcó un punto de inflexión crucial en la historia religiosa de Inglaterra. Su deseo de anular su matrimonio con Catalina de Aragón, motivado por su anhelo de tener un heredero varón, lo llevó a romper con la Iglesia Católica Romana. En 1534, el Parlamento inglés aprobó el Acta de Supremacía, estableciendo a Enrique VIII como jefe supremo de la Iglesia de Inglaterra. Esta decisión radical dividió al país, generando resentimiento entre aquellos que se aferraban a la fe católica y se resistían a aceptar la autoridad del rey en asuntos religiosos.

La Reforma, impulsada por el rey Enrique, no fue bien recibida por todos. Muchos ingleses, especialmente en las áreas rurales, se aferraron firmemente a sus creencias católicas y veían la ruptura con Roma como una herejía. La imposición de la nueva doctrina anglicana, junto con la disolución de los monasterios y la confiscación de sus bienes, generó un profundo descontento entre el pueblo llano.

La chispa que encendió la pólvora: Los “Peregrinos” y sus Demandas

La Rebelión de los Peregrinos, también conocida como la “Rebelión del Norte”, se originó en Lincolnshire en octubre de 1536. El descontento religioso se combinó con preocupaciones económicas y sociales, dando lugar a un movimiento popular que buscaba revertir las políticas religiosas del rey Enrique VIII.

Los rebeldes, conocidos como “Peregrinos” por su devoción a la Iglesia Católica Romana, estaban conformados principalmente por campesinos, artesanos y trabajadores. Sus demandas incluían:

  • La restauración de la autoridad papal en Inglaterra
  • El fin de la disolución de los monasterios
  • La abolición de los nuevos impuestos que gravaban al pueblo

La Marcha hacia Londres: Una Rebelión Controlada

Bajo el liderazgo de figures como Robert Aske, un abogado local, los rebeldes marcharon hacia Londres. Su número se incrementó a medida que avanzaban, llegando a sumar entre 30.000 y 40.000 personas. La marcha fue relativamente pacífica; los Peregrinos evitaban la violencia y buscaban negociar con el rey.

La respuesta de Enrique VIII inicialmente fue prudente. Intentó calmar a los rebeldes ofreciendo concesiones, como la promesa de una investigación sobre las reformas religiosas. Sin embargo, en última instancia, se mostró inflexible ante sus demandas fundamentales.

La Represión Real: Un Fin Abrupto para la Rebelión

Ante la negativa del rey a revertir su política religiosa, la situación escaló. El ejército real, comandado por el duque de Norfolk, fue enviado a sofocar la rebelión. Los Peregrinos, desarmados y sin experiencia militar, fueron derrotados fácilmente en la batalla de Pontefract en junio de 1537.

Tras la derrota, los líderes rebeldes, incluyendo a Robert Aske, fueron capturados y ejecutados. Miles de otros participantes fueron encarcelados o castigados. La Rebelión de los Peregrinos fue aplastada brutalmente por el rey Enrique VIII.

Las Consecuencias de la Rebelión: Un Impacto Duradero en la Historia Inglesa

La Rebelión de los Peregrinos, aunque derrotada, dejó un legado duradero en la historia inglesa.

Consecuencias a largo plazo:
Profundización de la división religiosa en Inglaterra
Afianzamiento del poder real y la monarquía absoluta
Mayor represión de los disidentes religiosos

La rebelión puso de manifiesto la profunda desconfianza y el resentimiento hacia las reformas religiosas impuestas por Enrique VIII. Además, la respuesta violenta del rey reforzó su autoridad, pero también contribuyó a aumentar la tensión social y religiosa en Inglaterra durante décadas. La Rebelión de los Peregrinos fue un recordatorio del poder latente del descontento popular y de la fragilidad de la estabilidad política en una época de profundos cambios religiosos.